Es el hogar de los Reyes Sacerdotes, un lugar sagrado para los goreanos. En sus llanuras se celebra la principal feria comercial de Gor, donde no solo se compran y venden todo tipo de mercancías, sino que también es un lugar de encuentro para que miembros de la misma casta, pero de distintos puntos de Gor, compartan sus conocimientos.
Junto a la llanura donde se celebra la Feria, se encuentran las puertas de entrada a la garganta que conduce al interior de las Sardar. Estas puertas están custodiadas por los Iniciados y un toque de campana anuncia cuando alguien las atraviesa. Nadie que haya cruzado las puertas de las Sardar ha regresado, salvo Tarl Cabot
—Los Reyes Sacerdotes —me dijo— tienen su Lugar Sagrado en las Montañas Sardar, un desierto en el que nadie puede internarse
(Guerrero de Gor, cap 2)
Por alguna razón los intrépidos tarns, semejantes a los halcones, así como los más lerdos tharlariones, los lagartos que sirven de cabalgadura y animales de carga a los goreanos, se niegan a internarse en las montañas. Los tharlariones se vuelven incontrolables, y a pesar de que el tarn se esfuerza en volar, el ave pierde casi de inmediato su sentido de la orientación; no logra coordinarse y cae en medio de chillidos sobre las llanuras, al pie de los montes.
(Proscritos de Gor, cap 6)
Las montañas que tenía delante de mí eran negras, con excepción de las altas cumbres y los desfiladeros, donde se podían ver manchas blancas de nieve resplandeciente. Busqué algún rastro de vegetación en las pendientes más bajas, pero no encontré nada. En las Montañas Sardar no crecía nada.
(Proscritos de Gor, cap 20)
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